miércoles, 9 de mayo de 2012

¿Te cuento un cuento?

Hoy me he levantado pensando en los cambios, en las vueltas que nos dá la vida, en que un día te levantas y te encuentras un tortazo en toda la cara que te espabila, (o no...!)
Lo importante es lo que hagas tu con el tortazo, si le plantas cara a la vida, si pones la otra mejilla o le devuelves un guantazo mayor.
A veces parece que estamos al borde del precipicio, nos parece que la tierra tiembla bajo nuestros pies y no sabemos ver que cualquier cosa, por negativa que nos parezca, puede convertirse en lo mejor que nos podía pasar, para que reaccionemos y hagamos frente a lo que sea o simplemente porque estar en el disparadero te hace reaccionar y tomar decisiones que de otra manera no tomarías.
Y por mi propia experiencia os puedo decir que todos los cambios, al menos en mi caso, cuando repaso mi historia, han sido para mejorar.
Os dejo un cuento para pensar


El portero del prostíbulo de Jorge Bucay

No habi­a en el pueblo un oficio peor conceptuado y peor pagado que el de portero del prosti­bulo. Pero que otra cosa podria hacer aquel hombre?
Nunca habi­a aprendido a leer ni a escribir, no teni­a ninguna otra actividad ni oficio.  Un di­a, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven emprendedor que decidió modernizar el negocio. Citó al personal para darle nuevas instrucciones.

Al portero, le dijo: A partir de hoy usted, ademas de estar en la puerta, me va a preparar un informe. Alli­ anotará usted las parejas que entran por día y escribirá los comentarios que crea convenientes.

- Me encantaria satisfacerlo, señor, balbuceo, pero yo... yo no se leer ni escribir.

- Ah! Cuanto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo esperar hasta que usted aprenda a escribir, por lo tanto...

El hombre sintio que el mundo se derrumbaba. Nunca habi­a pensado que podri­a llegar a encontrarse en esa situacion. Llegó a su­ casa, por primera vez desocupado. Que hacer?

Recordó que a veces en el prosti­bulo, cuando se rompía una cama o la pata de un ropero, él, con un martillo y clavos hacía un arreglo sencillo y provisorio. Penso que ésta podría ser una ocupación hasta tener un nuevo un empleo. Compraría una caja de herramientas completa con una parte del dinero recibido.

En su pueblo no habia una ferretería, y debía viajar dos di­as en mula para ir al pueblo mas cercano a realizar la compra. Que mas da? pensó, y emprendió la marcha.

A su regreso, traí­a una hermosa y completa caja de herramientas. No habi­a terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la puerta de su casa. Era su vecino.

- Vengo a preguntarle si tiene un martillo para prestarme.

- Mire, si­, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... como me quedé sin empleo...

- Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano.

- Esta bien.

A la mañana siguiente, como habi­a prometido, el vecino tocó la puerta.

- Mire, yo todavía necesito el martillo. Por que no me lo vende?

- No, yo lo necesito para trabajar y ademas, la ferreteri­a esta a dos di­as de mula.

- Hagamos un trato, dijo el vecino. Yo le pagare a usted los dos dí­as de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo, total usted esta sin trabajar. Que le parece?.

Realmente, esto le daba un trabajo por cuatro dí­as...

- Aceptó. Volvió a montar su mula.

Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.

- Hola, vecino. Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?

- Si­..

- Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatros diías de viaje, y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos podemos disponer de cuatro dí­as para nuestras compras.

El ex-portero abrio su caja de herramientas y su vecino eligio una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue.

En el siguiente viaje decidio que arriesgari­a un poco del dinero de la indemnizacion, trayendo mas herramientas que las que habi­a vendido. De paso, podri­a ahorrar algun tiempo de viajes. La voz empezo a correrse y muchos quisieron evitarse el viaje.

Una vez por semana viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes. Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las herramientas, podría ahorrar viajes y ganar más dinero. Alquiló un almacén. Luego le hizo una entrada más comoda y algunas semanas despues con una vidriera, se transformó en la primer ferreteri­a del pueblo. Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, de la ferreteri­a del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. 

Con el tiempo,  aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. El empresario más poderoso de la region. Tan poderoso que un año para la fecha de comienzo de las clases, decidió donar a su pueblo una escuela.

El alcalde organizó una gran fiesta de inauguracion de la escuela y una importante cena de agasajo para su fundador. A los postres, el alcalde le entrego las llaves de la ciudad, lo abrazó y le dijo:

Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en el libro de actas de la nueva escuela.

El honor serí­a para mi, dijo el hombre. Creo que nada me gustaria mas que firmar allí­, pero yo no se leer ni escribir.Yo soy analfabeto.

- Usted?, dijo el Alcalde que no alcanzaba a creerlo. Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto que hubiera hecho si hubiera sabido leer y escribir?

- Yo se lo puedo contestar, respondio el hombre con calma.

- Si yo hubiera sabido leer y escribir... SERÍA PORTERO DEL PROSTÍBULO!.

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